Nutrición
Radicales libres y Antioxidantes

Los radicales libres son moléculas inestables que han perdido un electrón. Esto hace que reaccionen fácilmente con otras sustancias.

Los electrones tienden a ir en parejas, por ello, los radicales libres buscan constantemente el electrón que les falta.

Para esto, desorganizan a otras moléculas biológicamente estables, que a su vez se transforman en radicales libres y así sucesivamente, van provocando una reacción en cadena que progresivamente va dañando a los tejidos.

La vida biológica media del radical libre es de microsegundos; pero tiene la capacidad de reaccionar con todo lo que esté a su alrededor provocando un gran daño a las moléculas y a las membranas celulares. En si mismos los radicales libres no son malos. De hecho, nuestro propio cuerpo los fabrica en cantidades moderadas para luchar contra bacterias y virus.

El problema se origina cuando tenemos exceso de radicales libres en nuestro organismo. Este exceso tiende a ser producido, normalmente, por elementos externos como la contaminación atmosférica, el humo del tabaco y los pesticidas. El consumo de aceites vegetales hidrogenados tales como la margarina y el consumo de ácidos grasos como los de las grasas de la carne y de la leche también contribuyen al aumento de los radicales libres.

¿Qué órganos sufren más sus efectos?

- La piel: Los radicales libres modifican las membranas celulares de la piel, evitando así que éstas se nutran correctamente. También destruyen las fibras proteicas elastina y colágeno que le proporcionan elasticidad y firmeza. Como consecuencia la piel envejece prematuramente, apareciendo manchas, volviéndose grisácea, agrietándose y arrugándose, perdiendo su flexibilidad y su tono.

- El sistema cardiovascular: Los radicales libres atacan a las grasas sanguíneas favoreciendo la arteriosclerosis por endurecimiento de las paredes arteriales, con lo que aumenta el riesgo de enfermedades del corazón.

- El cerebro: Las células nerviosas se degeneran, contribuyendo a largo plazo a la aparición de enfermedades como el Alzheimer y Parkinson, características de la vejez.

- Reducen la función inmunitaria: El organismo se vuelve menos resistente a las infecciones, al cáncer y a las enfermedades inflamatorias como las artritis reumatoide.

- El ojo es un órgano especialmente sensible a la acción tóxica de estas sustancias, lo que conduce a la aparición de las cataratas seniles.

Nuestro organismo no puede neutralizar el exceso de radicales libres, por lo que nos obliga a recurrir a determinados nutrientes capaces de acabar con ellos; estos nutrientes actúan liberando electrones en nuestra sangre y son conocidos con el nombre de antioxidantes.

Acción de los Antioxidantes

Los antioxidantes son los únicos capaces de frenar la nociva acción de los radicales libres. Los principales son la vitamina C y la E, el caroteno, el selenio y el zinc. Estas sustancias se encuentran principalmente en los alimentos e incluso se han incorporado a los productos cosméticos.

La protección que debemos tener para evitar el aumento de los radicales libres en nuestro organismo es el consumo de antioxidantes naturales tales como el beta caroteno (pro-vitamina A) presentes en la zanahoria, mango, tomates, melón, melocotón y espinacas.

La vitamina E (tocoferol) es un antioxidante que mantiene la integridad de la membrana celular, protege la destrucción de la vitamina A, previene y disuelve los coágulos sanguíneos y retarda el envejecimiento celular. Se encuentra en muchas frutas y vegetales tales como: el aguacate, boniato, espárragos, espinacas, tomates, bróculi, moras y zanahorias.

La vitamina C es otro de los antioxidantes necesarios para combatir el exceso de radicales libres. Sirve para producir colágeno. También es importante en el crecimiento y reparación de las células de los tejidos, encías, vasos, huesos y dientes, y para la metabolización de las grasas, por lo que se le atribuye el poder de reducir el colesterol.

Las fuentes alimentarias de la vitamina C son: grosellas, pimiento verde, kiwi, limón , fresas y coliflor, coles de bruselas, naranjas, tomates, nabo y melón.

El selenio actúa junto con la vitamina E como antioxidante y ayuda a protegernos contra el cáncer, además de mantener en buen estado las funciones hepáticas, cardíacas y reproductoras. Es el más tóxico de los minerales incluidos en nuestra dieta. La ingestión en dosis altas se manifiesta con pérdida de cabello, alteración de uñas y dientes, nauseas, vómito y aliento a leche agria. El selenio está en la carne, pescado, cereales integrales y productos lácteos. Las verduras dependerán de la tierra en la que se ha cultivado.

Los flavonoides son compuestos polifenólicos presentes en las plantas como frutas y vegetales, y también son excelentes antioxidantes. Comúnmente se encuentran también en el té (principalmente té verde) y en el vino.En las frutas que fueron cosechadas hasta su maduración se encuentran gran cantidad de flavonoides, carotenoides, licopenes, zantinas, índoles y luteínas, todos con una potente acción antioxidante.

Cómo combatirlos

El proceso de envejecimiento celular provocado por los radicales libres es un hecho inevitable contra el que es imposible acabar de manera definitiva. Sin embargo, con una serie de recomendaciones y llevando una vida un poco más sana, podemos prevenir la producción exagerada de estas moléculas.

- El estrés aumenta la formación de radicales libres, por ello es aconsejable reducir tensiones a través de la práctica del yoga u otras terapias.

- Conviene reducir el contacto con productos contaminantes, evitando sobre todo el tabaco y los lugares en extremo contaminados.

- La dieta debe ser sana y equilibrada. Es primordial consumir antioxidantes como verduras, frutas, frutos secos y cereales. Debe evitarse el consumo de grasas saturadas y ácidos grasos que puedan aumentar el colesterol malo y éste formar colesterol oxidado que contribuye a la arteriosclerosis.

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