La Autoestima
La depresión se puede describir como el hecho de sentirse triste, melancólico, infeliz, miserable o derrumbado. La mayoría de las personas se sienten de esta manera una que otra vez durante períodos cortos.
La verdadera depresión clínica es un trastorno del estado anímico en el cual los sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria durante un período prolongado.
Nombres alternativos
Melancolía; Desánimo; Tristeza; Desilusión; Desmotivación; Cambios en el estado de ánimo.
Consideraciones generales
La depresión generalmente se clasifica en términos de gravedad como leve, moderada o severa. El médico puede determinar el grado de la depresión y de acuerdo con esto se plantea la forma como se debe tratar. Los síntomas de depresión abarcan:
- Dificultad para conciliar el sueño o exceso de sueño.
- Cambio dramático en el apetito, a menudo con aumento o pérdida de peso.
- Fatiga y falta de energía.
- Sentimientos de inutilidad, odio a sí mismo y culpa inapropiada.
- Dificultad extrema para concentrarse.
- Agitación, inquietud e irritabilidad.
- Inactividad y retraimiento de las actividades usuales.
- Sentimientos de desesperanza y abandono.
- Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
La baja autoestima es común con la depresión, al igual que los arrebatos repentinos de ira y falta de placer en actividades que normalmente hacen feliz a la persona, incluyendo la actividad sexual.
Es posible que los niños deprimidos no tengan los síntomas clásicos de la depresión en los adultos. Se deben vigilar especialmente los cambios en el rendimiento escolar, el sueño y el comportamiento. Si los padres creen que su hijo podría estar deprimido, vale la pena consultarlo con el médico.
Los tipos principales de depresión abarcan:
Depresión grave: deben presentarse 5 o más síntomas de la lista de arriba, durante al menos dos semanas, aunque esta afección tiende a continuar por al menos 6 meses. (La depresión se clasifica como depresión menor si se presentan menos de 5 de estos síntomas durante al menos dos semanas). En otras palabras, la depresión menor es similar a la depresión mayor o grave, excepto que la primera sólo tiene de 2 a 4 síntomas).
Depresión atípica: ocurre en aproximadamente un tercio de los pacientes con depresión. Los síntomas abarcan comer y dormir en exceso. Estos pacientes tienden a tener un sentimiento de estar oprimidos y reaccionan fuertemente al rechazo.
Distimia: una forma de depresión más leve que dura hasta 2 años.
Otras formas comunes de depresión abarcan:
Depresión posparto: muchas mujeres se sienten deprimidas después de tener el bebé, pero la verdadera depresión posparto es poco común.
Trastorno disfórico premenstrual (PMDD, por sus siglas en inglés): síntomas depresivos que ocurren una semana antes de la menstruación y desaparecen después de menstruar.
Trastorno afectivo estacional (SAD, por sus siglas en inglés): ocurre durante las estaciones de otoño e invierno y desaparece durante la primavera y el verano, probablemente debido a la falta de luz solar.
La depresión también puede ocurrir con manías (conocida como depresión maníaca o trastorno bipolar). En esta afección, los estados de ánimo están en un ciclo entre manía y depresión.
La depresión es más común en las mujeres que en los hombres y es especialmente frecuente durante los años de adolescencia. Los hombres parecen buscar ayuda con relación a sentimientos de depresión con menos frecuencia que las mujeres; por lo tanto, las mujeres pueden simplemente tener más casos documentados de depresión.
Trastorno de ansiedad generalizada
Es un comportamiento caracterizado por un patrón de preocupación y ansiedad frecuente y persistente acerca de muchos acontecimientos o actividades diferentes.
Nombres alternativos
TAG; Trastorno de ansiedad
Causas, incidencia y factores de riesgo
El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) es una afección común. Se caracteriza por ansiedad y preocupación excesivas, lo cual está fuera de la proporción del impacto del evento o circunstancia motivo de la preocupación.
Por ejemplo, aunque los estudiantes universitarios frecuentemente se preocupan por los exámenes, el estudiante que constantemente se preocupa por el fracaso, a pesar de obtener siempre buenas notas, exhibe el patrón de preocupación típica de este trastorno.
A la persona se le dificulta controlar la preocupación. Aunque no se conoce la causa exacta de este trastorno, hay factores biológicos y genéticos que juegan un papel. Las situaciones estresantes de la vida o el comportamiento de falta de adaptación que se adquiere por aprendizaje también pueden contribuir al TAG.
Este trastorno puede comenzar en cualquier momento, incluso en la niñez. La mayoría de las personas que sufren de este problema dicen que han sido ansiosas toda la vida. El TAG es un poco más frecuente en las mujeres que en los hombres.
Síntomas
La ansiedad y la preocupación a menudo están asociados con los siguientes síntomas:
- Inquietud o sensación de tener los nervios de punta.
- Fatigarse con facilidad.
- Dificultad para concentrarse.
- Irritabilidad.
- Tensión muscular, dolores de cabeza, temblor.
- Alteraciones del sueño (dificultad para conciliar el sueño y permanecer dormido, inquietud, sueño insuficiente).
Sudoración excesiva, palpitaciones, dificultad para respirar y síntomas gastrointestinales diversos.
Signos y exámenes
Se debe practicar un examen físico y una evaluación psicológica para descartar otras causas de ansiedad. También se descartan trastornos físicos que pueden imitar un estado de ansiedad, así como síntomas inducidos por medicamentos. Durante este proceso se pueden realizar varios exámenes diagnósticos.
Tratamiento
El tratamiento puede involucrar medicamentos específicos que brindan un efecto sedante (que inducen el sueño) o un efecto calmante. Se han aprobado varios medicamentos antidepresivos para el trastorno de ansiedad generalizada.
También se pueden utilizar otros medicamentos, como los antihistamínicos, los cuales tienen el efecto secundario favorable de reducir la ansiedad. Un tipo común de medicamentos que calman la ansiedad, denominados benzodiazepinas, se utilizan con precaución, ya que pueden causar problemas con la capacidad de discernimiento y además pueden ser adictivos.
Dos tipos de terapias han sido efectivas en el tratamiento del TAG:
Entrenamiento de relajación: una relajación sistemática de los principales grupos de músculos del cuerpo.
Terapia conductista cognitiva que ayuda a los pacientes a identificar pensamientos que contribuyen a producir ansiedad.
Se debe disminuir o eliminar el consumo de cafeína y de otros estimulantes, ya que pueden empeorar el estado de ansiedad.
Grupos de apoyo
Los grupos de apoyo pueden servir para algunos pacientes que padecen esta condición, debido a que esto les permite darse cuenta que no son los únicos que experimentan una preocupación y ansiedad excesivas.
Sin embargo, estos grupos no constituyen un sustituto del tratamiento efectivo, sino que lo complementan.
Crisis de Panico
Las Crisis de Angustia ( o lo que es lo mismo, Crisis de Pánico) se trata de un Trastorno de Ansiedad.
Una crisis de angustia, tiene tres componentes fundamentales:
- Sentimiento de miedo y ansiedad extrema, en el que la persona puede a llegar a temer por su propia vida.
- La máxima expresión de los síntomas se da durante los 10 primeros minutos, a partir de este momento empieza a decrecer la intenidad de la ansiedad, hasta desaparecer. Después del episodio aparece la sensación de agotamineto tanto físico como mental.
- Suele aparecer de forma repentina, sin una causa aparente, aunque algunas veces si que se puede identificar un estímulo específico causante de la crisis.
Es un trastorno bastante común, aproximadamente se da en un 2,3% de la población. Puede ser que las crisis aparezcan de forma puntual y que no vuelvan a aparecer, o por el contrario que se vayan repitiendo hasta el punto de llegar a cronificar-se si no la persona no acude en busca de un tratamiento eficaz.
La sintomatologia puede manifestarse de forma diferente entre las personas que sufren este trastorno, para el diagnósitco de crisis de angustia serian necesarios cuatro o más de los síntomas siguientes:
Síntomas
- Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardiaca.
- Sudoración.
- Temblores o sacudidas.
- Sensación de ahogo o falta de aliento.
- Sensación de atragantarse.
- Opresión o malestar torácico.
- Nauseas o malestar torácico.
- Inestabilidad, mareo o desmayo.
- Sensación de irrealidad o de estar separado de uno mismo.
- Miedo a perder el control o a volverse loco.
- Miedo a morir.
- Sensación de entumecimiento u hormigueo.
- Escalofríos o sofocaciones.
Según el DSM-IV-TR hablamos de Trastorno de angustia, cuando las crisis de angustia, anteriormente descritas, son seguidas durante al menos un mes de alguno de los síntomas siguientes:
Inquietud persistente ante el miedo de tener más crisis.
Preocupación por las consecuencias de las crisis (por ej. Perder el control, sufrir un infarto de corazón, ahogarse….)
Las crisis implican un cambio en el comportamiento habitual.
El 70% de las personas con el Trastorno de angústia, suelen tener también Agorafobia.
Se han descrito unos acontecimientos que podrian estar relacionados con la aparición de una crisis de forma inmediata:
- Expectativa o ralidad de una separación o pérdida de un ser querido.
- Consumo de café, cannabis, cocaïna o amfetaminas.
- Privación del sueño.
- Ejercicio físico intenso.
Las siguientes situaciones, especificadas a continuación, són donde las que las personas que con cirsis de angustia, sufren mayor ansiedad:
- Hacer cola en una tienda.
- Acudir a una cita determinada.
- Sentirse atrapado/a en sitios como peluquerías, salas de espera.
- Discusiones domésticas.
- Pensar en problemas personales.
Tratamiento Psicológico
El tratamiento psicológico cognitivo-conductual realizado conjuntamente con el tratamiento farmacológico és el tratamiento que ha demostrado tener más éxito i menor porcentaje de recaídas.
El tratamiento cognitivo-conductual se basa en la idea de que la ansiedad en si no és mala, sino que ayuda al cuerpo a estar preparado para afrontar diferentes situaciones de estrés. La ansiedad se convierte en desadaptativa, cuando por su frecuencia o intensidad interfiere en la vida de la persona.
La aparición de la ansiedad, aunque pueda parecer que sea autómatica, no es así ya que al igual que cualquier emoción (alegria, tristeza, ira, desesperanza,….) es desencadenada por una forma de interpretar los hechos que tiene cada persona.
En el caso específico del Trastorno de pánico, algunos de los hechos cotidianos o algunas sensaciones corporales, son interpretadas como peligrosas i el cuerpo reacciona ante ellas para afrontar-las, lo que da lugar a una serie de cambios corporales, i que nuevamente serian interpretados como negativos e indicativos de alguna dolencia. Uno de los objetivos en la terapia, consiste en detectar este tipo de pensamientos ansiógnenos y canviarlos por otro tipo de pensamientos más funcionales y más adaptativos.
Alteraciones del ánimo
Los trastornos del ánimo son un grupo heterogéneo y prevalente de enfermedades médicas multisistémicas, que se manifiestan con grados variables de depresión, euforia o irritabilidad y se asocian a un significativo deterioro físico y social. Considerando la demostrada eficacia de los tratamientos actuales, resulta paradójico que muchos pacientes permanezcan subdiagnosticados y subtratados, pese al profundo nivel de discapacidad y el gran uso de los recursos de salud general que puede acompañar a estos trastornos.
Los trastornos del ánimo se manifiestan clínicamente a nivel de:
-las emociones (sentimientos o sensaciones subjetivas),
-la conducta (actitudes o formas de actuar en la vida cotidiana)
- el funcionamiento neurovegetativo (funciones y ritmos biológicos básicos).
En años recientes, diferentes corrientes de la psiquiatría han convergido, alcanzando substanciales consensos, que se han ido plasmando en los rigurosos sistemas nosológicos actualmente en vigor (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-IV; y Clasificación Internacional de Enfermedades, ICD-10).
Animo, afecto y episodio anímico
El ánimo es el estado mantenido de emocionalidad interna de una persona, mientras que el afecto es la expresión externa de un cierto contenido emocional en un momento dado. Es normal experimentar un amplio rango de ánimos y afectos, respondiendo a condicionantes externos e internos.
Generalmente existe la capacidad de controlar sus manifestaciones; cuando el ánimo de una persona se enferma y se produce un episodio anímico, existe una pérdida de esa sensación de control, aparece aflicción subjetiva, alteraciones neurovegetativas y cambios persistentes en la capacidad funcional del individuo. Por lo general, el individuo retorna a su normalidad anímica, una vez superado el episodio.
Cambios en algunos aspectos emocionales, como la tristeza durante un duelo o la aflicción subjetiva en momentos difíciles o de cambio, no constituyen necesariamente enfermedad. Por otra parte, es común que se trivialice o minimice la existencia de alteraciones patológicas del ánimo. Aún existe escepticismo acerca de la naturaleza médica de los trastornos del ánimo, aunque esté demostrado que son enfermedades sindromáticas, recurrentes, heredables y altamente tratables con tratamientos somáticos (eficacia terapéutica que se potencia al asociar tratamiento psicoterapéutico).
Un episodio anímico puede ser de elevación patológica (episodios de manía e hipomanía) o de caída o disminución patológica del ánimo (episodio depresivo mayor y distímico). La naturaleza del episodio presente y la de eventuales episodios anímicos previos, determinan qué tipo de trastorno del ánimo sufre un individuo.
Stress laboral
El estrés en el entorno laboral es un problema creciente, inhabilitante y con un coste personal, social y económico muy importante. Los gastos y pérdidas derivadas por el costo del estrés son cuantiosos y aumentan año tras año. Son numerosos los índices de ausentismo, la baja productividad en la empresa, los accidentes profesionales y la escasa motivación en el trabajo.
En Psicología, estrés suele hacer referencia a ciertos acontecimientos en los cuáles nos encontramos con situaciones que implican demandas fuertes para el individuo, que pueden agotar sus recursos de afrontamiento.
La definición del término estrés ha sido muy controvertida desde el momento en que se importó para la psicología por parte del fisiólogo canadiense Selye (1956). El estrés ha sido entendido:
•como reacción o respuesta del individuo (cambios fisiológicos, reacciones emocionales, cambios conductuales, etc.)
•como estímulo (capaz de provocar una reacción de estrés).
•como interacción entre las características del estímulo y los recursos del individuo.
En la actualidad, este último planteamiento, se acepta como el más completo. Así pues, se considera que:
ESTRÉS: se produce como consecuencia de un desequilibrio entre las demandas del ambiente (estresares internos o externos) y los recursos disponibles del sujeto.
De tal modo, los elementos a destacar en la interacción potencialmente estresante son:
1. variables situacionales (por ejemplo, del ámbito laboral, condiciones trabajo),
2. variables individuales del sujeto que se enfrenta a la situación.
3. consecuencias del estrés.
El estrés puede ser definido como el proceso que se inicia ante un conjunto de demandas ambientales que recibe el individuo, a las cuáles debe dar una respuesta adecuada, poniendo en marcha sus recursos de afrontamiento. Cuando la demanda del ambiente (laboral, social, etc.) es excesiva frente a los recursos de afrontamiento que se poseen, se van a desarrollar una serie de reacciones adaptativas, de movilización de recursos, que implican activación fisiológica. Esta reacción de estrés incluye una serie de reacciones emocionales negativas (desagradables), de las cuáles las más importantes son: la ansiedad, la ira y la depresión.
El organismo humano dispone de un notable sistema de mecanismos de protección para casi cualquier situación que produzca estrés o afecte a la función orgánica. Esta reacción al estrés tiene por finalidad conservar el equilibrio del cuerpo. La respuesta de estrés no es negativa en sí mima, si no al contrario, facilita el disponer de más recursos para hacer frente a las situaciones que se suponen excepcionales.
Un trabajo sin estrés puede parecer estupendo, pero no hay que exagerar. Si no hay un mínimo de estrés, de activación, el trabajo se puede tornar aburrido y poco estimulante, y acabar siendo, paradójicamente, estresante.
Una muestra de lo positivo del estrés es el trabajo bajo presión. Aquellos que tienen la habilidad de sobresalir cuando trabajan bajo crisis o contra el reloj, lo hacen por el efecto positivo del estrés.
Sobrepeso
Un reciente estudio resalta la importancia de los factores psicológicos frente a la obsesión por la báscula en la lucha contra la obesidad y sus efectos. Si conseguimos sentirnos mejor con nuestro aspecto físico y ser conscientes de cuándo tenemos hambre o estamos saciados, podremos mitigar algunos efectos negativos de la obesidad, aunque no bajemos de peso.
Un estudio de la Universidad de California, publicado recientemente en "Journal of the American Dietetic Association", ofrece resultados ciertamente sorprendentes.
Buscaba comparar la eficacia de una dieta tradicional frente a la modificación de ciertos parámetros psicológicos, a la hora de paliar algunos efectos negativos de la obesidad: colesterol, tensión arterial, actividad física y autoestima.
Las 78 participantes en el estudio (eran mujeres, pero los resultados son aplicables también a los hombres) se dividieron en dos grupos iguales. El primero siguió una dieta tradicional, y el segundo no restringió la cantidad de calorías consumidas, pero se sometió a un tratamiento basado en el reconocimiento de la sensación de hambre o saciedad y en la aceptación de su aspecto físico.
El tratamiento duró 24 semanas para ambos grupos. En el primero (dieta tradicional), un 42 % abandonó el programa, porcentaje que se redujo al 8 % en el segundo. Adicionalmente, se realizó un seguimiento a ambos grupos durante dos años, y los resultados fueron sorprendentes.
El grupo que se sometió a dieta consiguió reducir su peso al principio en un promedio del 5,2 %, pero al final del seguimiento de dos años había recuperado su peso inicial. Igualmente, las mejoras en ciertos indicadores de salud (colesterol, presión sanguínea y actividad física) fueron sólo temporales, y al final del control recuperaron los niveles iniciales. Sin embargo, la autoestima empeoró.
El otro grupo no bajó de peso en ningún momento, pero sí mejoró los mencionados indicadores de salud al final de los dos años, incluyendo una mayor actividad física, que casi se duplicó. Además, mejoró su autoestima y evitó en mayor medida la depresión. Esto demuestra que las personas obesas pueden lograr una mejora en su salud si modifican ciertos aspectos psicológicos, aunque no bajen de peso. En la lucha contra la obesidad y sus efectos, no todo es cuestión de kilos.
Autoestima
La autoestima está relacionada con muchas formas de conducta. Las personas con una autoestima elevada suelen reportar menos emociones agresivas, negativas y menos depresión que las personas con una autoestima baja.
De modo similar, las personas con una autoestima elevada pueden manejar mejor el estrés y, cuando son expuestas al mismo, experimentan menos efectos negativos en la salud.
La época importante para el desarrollo de la autoestima es la infancia intermedia. El niño, aquí, compara su yo real con su yo ideal y se juzga a sí mismo por la manera en que alcanza los patrones sociales y las expectativas que
se ha formado de sí mismo y de qué tan bien se desempeña.
Las opiniones de los niños acerca de sí mismos tienen un gran impacto en el desarrollo de la personalidad, en especial en su estado de ánimo habitual.
Por todo lo anterior, es importante el estudio de la autoestima, así como la presentación de patrones de conducta que lleven al individuo a establecer una autoestima elevada, que le permita un mejor desarrollo de sí mismo.
Por tanto, la autoestima, es el concepto que tenemos de nuestra valía y se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos hemos ido recogiendo durante nuestra vida; creemos que somos listos o tontos, nos gustamos o no. Los millares de impresiones, evaluaciones y experiencias así reunidos se juntan en un sentimiento positivo hacia nosotros mismos o, por el contrario, en un incómodo sentimiento de no ser lo que esperábamos.
Sobrepeso
Un reciente estudio resalta la importancia de los factores psicológicos frente a la obsesión por la báscula en la lucha contra la obesidad y sus efectos. Si conseguimos sentirnos mejor con nuestro aspecto físico y ser conscientes de cuándo tenemos hambre o estamos saciados, podremos mitigar algunos efectos negativos de la obesidad, aunque no bajemos de peso.
Un estudio de la Universidad de California, publicado recientemente en "Journal of the American Dietetic Association", ofrece resultados ciertamente sorprendentes.
Buscaba comparar la eficacia de una dieta tradicional frente a la modificación de ciertos parámetros psicológicos, a la hora de paliar algunos efectos negativos de la obesidad: colesterol, tensión arterial, actividad física y autoestima.
Las 78 participantes en el estudio (eran mujeres, pero los resultados son aplicables también a los hombres) se dividieron en dos grupos iguales. El primero siguió una dieta tradicional, y el segundo no restringió la cantidad de calorías consumidas, pero se sometió a un tratamiento basado en el reconocimiento de la sensación de hambre o saciedad y en la aceptación de su aspecto físico.
El tratamiento duró 24 semanas para ambos grupos. En el primero (dieta tradicional), un 42 % abandonó el programa, porcentaje que se redujo al 8 % en el segundo. Adicionalmente, se realizó un seguimiento a ambos grupos durante dos años, y los resultados fueron sorprendentes.
El grupo que se sometió a dieta consiguió reducir su peso al principio en un promedio del 5,2 %, pero al final del seguimiento de dos años había recuperado su peso inicial. Igualmente, las mejoras en ciertos indicadores de salud (colesterol, presión sanguínea y actividad física) fueron sólo temporales, y al final del control recuperaron los niveles iniciales. Sin embargo, la autoestima empeoró.
El otro grupo no bajó de peso en ningún momento, pero sí mejoró los mencionados indicadores de salud al final de los dos años, incluyendo una mayor actividad física, que casi se duplicó. Además, mejoró su autoestima y evitó en mayor medida la depresión. Esto demuestra que las personas obesas pueden lograr una mejora en su salud si modifican ciertos aspectos psicológicos, aunque no bajen de peso. En la lucha contra la obesidad y sus efectos, no todo es cuestión de kilos.
Imagen corporal
- La imagen corporal es la manera como te ves y te imaginas a ti mismo.
- Tener una imagen corporal positiva significa, en la mayoría de los casos, que te veas a ti mismo de manera precisa, que te sientas cómodo en tu cuerpo y que te sientas bien con tu apariencia .
- Es común luchar con la imagen corporal, sin importar quién seas.
Una imagen corporal muy negativa puede provocar trastornos alimenticios y del ejercicio.
Todos tenemos una imagen corporal. Todos tenemos sentimientos con respecto a nuestra apariencia. Además, tenemos pensamientos y sentimientos sobre lo que las otras personas piensan sobre nuestra apariencia. Nuestra imagen corporal general puede variar de muy positiva a muy negativa. Quizá te sientes bien con respecto a algunas partes de tu cuerpo o tu apariencia, pero no con respecto a otras; eso es totalmente normal. La imagen corporal también es la manera en la que te sientes en tu cuerpo: si te sientes fuerte, capaz, atractivo y en control.
Muchos de nosotros luchamos con nuestra imagen corporal. A veces, es difícil entender todos los sentimientos que tenemos con respecto a nuestro cuerpo y a nosotros mismos. Quizá tengas preguntas sobre tu imagen corporal y si lo que piensas o sientes es normal. Éstas son las respuestas a algunas de las preguntas más comunes sobre la imagen corporal.