Dulces, entre el placer y la salud

Su sabor los hace irresistibles y por ello los consumimos mucho más de lo que sería conveniente. Los expertos destacan que los dulces proporcionan una gran cantidad de energía y pocos nutrientes saludables. Además, la ingesta excesiva de dulces puede originar un déficit de vitaminas B1 y B2.

No es necesario eliminarlos por completo de la dieta, pero debemos consumirlos sólo de manera ocasional. Sin embargo, la frecuencia con la que podemos permitirnos comer un dulce varía en función del alimento elegido.

De este modo, una persona puede comer una ración diaria de galletas tipo "María". Pero la ingesta de pastelería y repostería "no debe superar una ración semanal", apunta Laura Berninches Pintado, miembro de la Asociación de Dietistas-Nutricionistas de Madrid, España, (Addinma).

La nutricionista aclara que una ración de galletas estaría compuesta por cinco o seis unidades, en total unos treinta o cuarenta gramos. Una ración de "croissant", por su parte, tendría que pesar unos ochenta gramos y, una de keke, unos cincuenta gramos.

"En los dulces predominan ingredientes como la harina de trigo o el azúcar de mesa y su contenido en grasas es bastante elevado. Se trata, en definitiva, de un grupo de alimentos que proporciona una gran cantidad de energía y pocos nutrientes saludables", afirma Berninches. Así, la especialista indica que por cada cien gramos de dulces ingerimos, aproximadamente, entre cuatrocientas y quinientas kilocalorías.



"Las vitaminas y minerales son prácticamente inexistentes en los dulces. Su aporte sólo es significativo en el caso de aquellos que contienen algún tipo de fruta", opina la experta. "Por todo ello, cuando se consumen dulces en exceso es probable que haya un déficit de vitaminas B1 (Tiamina) y B2 (Riboflavina). Esto ocurre sobre todo en la adolescencia, pues durante esta etapa los requerimientos de dichas sustancias son mayores", indica Berniches.

"La carencia de estas vitaminas puede manifestarse mediante estados de apatía, fatiga y debilidad, entre otros. Además, la escasez de vitamina B2 está relacionada con trastornos oculares, bucales y cutáneos", agrega la dietista y nutricionista.

"Las vitaminas B1 y B2 desempeñan funciones muy importantes en los procesos metabólicos relacionados con la obtención de energía a partir de los hidratos de carbono o azúcares. De este modo, al ingerir dulces con frecuencia, el organismo necesita un aporte extra de tales vitaminas", destaca Berninches.

Podemos encontrarlas en la levadura de cerveza, en el germen de trigo, en los vegetales de hoja verde, en los frutos secos y en las legumbres. La vitamina B2 también se halla en los lácteos y la B1 en la carne de cerdo y en las vísceras, señala la nutricionista.

Caprichos saludables

"La mejor forma de darnos un capricho de manera saludable es preparar en casa nuestros propios dulces. Además, podemos utilizar harina integral para aumentar la cantidad de fibra y que nos sacien más", recomienda Berninches.

Pero si optamos por comprarlos, debemos fijarnos en lo que dice en el empaque. En muchas ocasiones se indica que un dulce es "light", que lleva menos azúcar o incluso que está exento. "Sin embargo, estos productos contienen fructosa, que posee las mismas calorías que el azúcar normal", advierte.

Además, los panes industriales suelen estar elaborados con grasas que proceden de aceites vegetales. "No siempre son buenos", sostiene.

La nutricionista explica también que las grasas 'trans', o grasas saturadas, provienen de una modificación de aceites como el de coco y el de palma y son perjudiciales para la salud arterial.

Por todo lo anterior, el consumo elevado de dulces está relacionado con distintos problemas de salud como "caries, sobrepeso, obesidad, diabetes o hipertrigliceridemia", subraya Berninches.

Para evitar estas patologías, los especialistas recomiendan consumir dulces sólo de manera esporádica y en el contexto de una dieta saludable.

Publicado el 01/08/12
Fuente: Terra


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