Obesidad: la batalla que estamos perdiendo

Prof. Dra. Cecilia Sepúlveda Carvajal
Decana Faculta de Medicina UCH

Hay temas en el que Chile puede decir que es similar a un país desarrollado: en la obesidad y en el sedentarismo. Un total de 8.900.000 chilenos tienen exceso de peso y un 25,7% de nuestros compatriotas son obesos, según consigna la última Encuesta Nacional de Salud 2010. Es más, este desafío lo estamos perdiendo, pues las cifras van en aumento. Es así que la obesidad en el menor de seis años, que habíamos logrado estabilizar, sube en 2010 empinándose al 9,9%. Eso quiere decir que hay que revisar profundamente las estrategias contra esta epidemia en el país.

Porque la obesidad tiene directa relación con las enfermedades crónicas, cuya prevalencia también sube. Si en el 2003 teníamos 700 mil diabéticos, en 2010 éstos subieron a 1.200.000. Hoy ya tenemos 3,6 millones de hipertensos; un 38,5% de los chilenos tiene el colesterol elevado; un 17,7% un riesgo cardiovascular alto. Por más hospitales que construyamos y profesionales que formemos, en 20 años más nuestro sistema de salud, basado en la curación y no en la prevención, va a colapsar. Por ello es importante que revisemos las herramientas utilizadas y consensuemos una política de Estado de largo plazo que raye la cancha a los intereses políticos y económicos involucrados en el tema.

En estos días se celebró la Cumbre sobre Obesidad y Nutrición, la cual constituyó un aporte más al poner el tema en la agenda pública; pero ahora lo interesante es que todos los actores asuman su responsabilidad en el tema.

Definitivamente hay muchas cosas que no estamos haciendo, por eso la obesidad sigue subiendo. ¿Cuál es entonces la responsabilidad de la industria de los alimentos? Cumplir el mandato de la Organización Mundial de la Salud, de producir alimentos sanos. Es fundamental que ésta reduzca proactivamente nutrientes críticos como sal, azúcar y grasas saturadas, y brinde información exacta y veraz a través del etiquetado. Pero más importante es que la industria sea cada vez más creativa, y genere alimentos sanos y sepa que se pueden obtener ganancias ¡y muchas! con responsabilidad social empresarial. Es el caso de Finlandia, en que todos los actores, especialmente la industria, ganaron, a pesar de que -al principio- hubo que hacer cambios difíciles, como lo fue la migración del agro a alimentos más saludables.

Hoy, los parlamentarios están en condiciones de reponer una importante iniciativa: aumentar las horas de educación física en los colegios. Y como el 88,4% de los chilenos es sedentario, sería vital crear estrategias que lo enfrenten a lo largo del ciclo vital; por ejemplo, incluyendo la obligación en las casas de estudios superiores, tanto universitarias como técnicas, de sumar ramos deportivos mínimos a lo largo de las carreras. La oferta para realizar ejercicios debe estar disponible siempre, por ello en la Facultad de Medicina de la U. de Chile creamos el programa Facultad Saludable, con clases deportivas gratuitas y sistemáticas para estudiantes, académicos y funcionarios.

Esta es una responsabilidad y una tarea trascendental de los profesionales de la salud. La atención primaria tiene un gran rol y responsabilidad en sus manos, cual es empoderar a la población en la adopción de estilos de vida más saludables. Dentro de la actividad cotidiana se debe considerar informar acerca de alimentos saludables, educar en preparaciones sanas con bajo presupuesto y en estilos de crianza (pues hoy se recompensa a los niños con comida chatarra), promover la lactancia materna exclusiva hasta el sexto mes, la actividad física y trabajo comunitario en el tema.

Pero, sin lugar a dudas, esta es una responsabilidad del Gobierno. Hoy el Ejecutivo tiene una tarea de salud pública, que no puede esperar más: debe sentar a todos los actores a la mesa; generar políticas de Estado de largo plazo y un programa nacional contra la obesidad... más que una campaña comunicacional. En esta política se debe incluir la investigación en el tema a fin de que Chile genere conocimiento para mejorar y adecuar las estrategias para enfrentar la obesidad en el país. Al mismo debe fomentar la formación y capacitación permanente del capital humano en el tema.

El programa debe incluir la revisión de los tributos: los países con buenas experiencias han subsidiado la alimentación saludable y han aumentado los impuestos a la comida chatarra. Esto implica trabajo político para generar los consensos necesarios, lo cual no es fácil, pero no imposible.

Publicado el 24/10/11
Fuente: El Mercurio


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