No todo es anorexia

También existen los TANE, transtornos alimentatios no específicos, que no alcanzan las complicaciones de la anorexia y la bulimia.

La anorexia y la bulimia nerviosa son los trastornos alimentarios más conocidos, pero no los más comunes: el 70 por ciento de los casos responde a lo que los especialistas llaman TANE (trastornos alimentarios no específicos). Se trata de conductas patológicas que no alcanzan las complicaciones médicas asociadas a la anorexia y la bulimia, pero pueden ser la antesala de estos trastornos y se asocian a una serie de riesgos sicológicos y físicos. Además, pueden volverse crónicos. Por lo mismo, también necesitan de tratamiento sicológico o siquiátrico. Los TANES más conocidos son:

1. Ciclo atracón-dieta-atracón. La bulímica come cantidades desproporcionadas de comida al menos una vez a la semana y siempre recurre a vómitos o laxantes para expulsar de su cuerpo el exceso de calorías. Pero hay personas que tienen estos atracones con frecuencia irregular y luego se enfrascan en dietas muy restrictivas, por lo que vuelven a comer en exceso. El principal riesgo de este desorden es que es muy fácil caer en la bulimia, especialmente en el caso de personalidades obsesivas, o en la adicción a las dietas.

2. Comer compulsivo. Representa al 3 por ciento de los trastornos alimentarios en general y se da en personas que tienen atracones de comida frecuentes, o que comen durante todo el día, sin que esto se asocie con conductas de purga. El aumento de peso es inevitable y llega fácilmente a los límites peligrosos para la salud. Por lo general, quienes sufren este problema entran en el círculo vicioso asociado a la obesidad: comen mucho, engordan, y luego comen aún más "para pasar la pena" y porque ya están gordos y creen que no sacan nada con controlarse.

3. Adicción a las dietas. Es el típico caso de la persona que siempre está siguiendo una dieta: la de la sopa, la de la Nasa, la de la luna, la Scarsdale o las llamadas "dietas de un alimento", que restringen un tipo de nutriente. Cuando esta conducta se mantiene, el cuerpo acusa el golpe con fatiga, calambres, caída del pelo, constipación, dolores abdominales y hasta insuficiencias cardiacas graves. Los adolescentes son los más dañados: pueden dejar de fabricar tejidos, músculos y huesos, alterando su crecimiento.

Publicado el 09/12/11
Fuente: Revista Paula


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