Lo que comemos determina las bacterias que nos habitan

Una investigación sugiere que modificando a través de la dieta los microorganismos que conforman la flora intestinal, se pueden prevenir e incluso tratar algunas enfermedades. Cristián González

"Dime qué comes y te diré quién eres" es la frase que puede resumir la investigación llevada a cabo por un grupo interdisciplinario de investigadores en Estados Unidos. ¿Qué hicieron? Según la dieta que suele consumir una persona, identificaron los principales tipos de bacterias que se alojan en el intestino humano y que influyen en el bienestar del organismo. O en su mala salud.

"La flora intestinal humana, la colección de microorganismos que habitan en nuestro intestino, es un complejo sistema que está parcialmente modulado por lo que comemos. Nuestro objetivo fue establecer cómo estos microorganismos determinan la relación entre dieta y salud". Así lo explica a "El Mercurio" el biólogo brasileño Christian Hoffmann, estudiante de doctorado en la Universidad de Pensilvania y uno de los autores del estudio publicado esta semana por la revista Science.

A largo plazo

A través de cuestionarios sobre hábitos de alimentación a 98 voluntarios sanos -además del análisis de sus deposiciones-, Hoffmann y sus colegas distinguieron tres diferentes enterotipos o comunidades microbianas, cada una liderada por una clase particular de bacterias: Bacteroides , Ruminococcus y Prevotella . La primera de ellas predomina en el intestino de quienes se declaran carnívoros y en cuya mesa no faltan las grasas saturadas. La Ruminococcus , por su parte, reina en la flora intestinal de los fanáticos del alcohol y las grasas polisaturadas.

En tanto, en aquellas personas con una dieta predominantemente rica en carbohidratos y azúcar, es la Prevotella quien lleva la batuta. La misma bacteria que también gobierna en el estómago de los vegetarianos.

"Aunque los mecanismos por los cuales la dieta influye en la flora intestinal aún no han sido completamente caracterizados, nuestros resultados proporcionan más detalles sobre las diferencias en los tipos de bacterias observadas en varias sociedades a través del planeta", comenta el doctor Gary Wu, otro de los investigadores.
Como las personas tienden a mantener hábitos alimentarios constantes en el tiempo, las comunidades microbianas suelen permanecer inalteradas.

Para comprobar si cada uno de estos enterotipos se puede modificar, los autores sometieron a 10 de los pacientes -con una flora intestinal dominada por Bacteroides - a un estudio controlado de diez días, en el que alteraron completamente su dieta: los carbohidratos reemplazaron a las carnes en sus platos.
"La idea era mover su flora bacteriana en una dirección o en otra y ver si ocurrían cambios", comenta Hoffmann.

Lo primero que observaron es que apenas 24 horas después de comenzar el experimento, las comunidades bacterianas comenzaron a sufrir leves modificaciones. Sin embargo, estos cambios no fueron suficientes para modificar el enterotipo original, lo que sugiere que la flora bacteriana se mantiene relativamente estable en cortos períodos de tiempo.

"Los enterotipos pueden ser cambiados, pero al parecer este proceso requiere de mucho más tiempo", enfatiza el biólogo brasileño. Esto implica que si en una persona se establece que su dieta está causando trastornos en el organismo, "se tendría que lograr un cambio en su enterotipo a través de una modificación permanente y prolongada de su alimentación".

Precisamente, esa es una de las líneas de investigación a la que están dedicados ahora Hoffmann, Wu y compañía (ver recuadro), con el propósito de confirmar el uso de modificaciones en la flora intestinal como una alternativa de tratamiento y prevención de enfermedades.

Potenciales terapias

Los resultados de esta investigación tienen varias potenciales aplicaciones. Para demostrarlo, los investigadores escogieron el mal de Crohn, una afección crónica de origen desconocido, que se caracteriza por dolor abdominal, sangramientos, náuseas y diarrea.

"Se trata de una enfermedad causada en parte por la manera en que nuestro cuerpo responde a los microbios presentes en los intestinos", precisa el profesor James Lewis. "Una terapia a través de la dieta difiere del resto de los tratamientos contra la enfermedad de Crohn porque no suprime el sistema inmune. Nuestra hipótesis es que esta terapia actúa cambiando los microorganismos que viven en los intestinos".

Publicado el 07/08/11
Fuente: El Mercurio


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