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Por malos hábitos:
Obesidad en preescolares
Los pediatras y especialistas están preocupados: hasta hace poco no veían niños de entre dos y cinco años obesos, mientras que hoy es una de las más frecuentes causas de consulta. ¿Las razones? Una dramática falta de actividad física y una cada día peor alimentación, llena de grasa y azúcar.
Lamentablemente, la obesidad preescolar ya es un hecho en nuestro país y estamos alcanzando los niveles de Estados Unidos.
El 17,2 por ciento de los niños de primero básico en Chile es obeso. Así lo indica una encuesta realizada a nivel país por la Junaeb (Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas). Lo más dramático de esta cifra es que muchos de esos niños ya llegan con exceso de peso al jardín infantil. O sea, son gordos desde los dos, tres, cuatro o cinco años.
Las cifras son reveladoras: "Desde 1990 en adelante la obesidad entre niños de dos a cinco años ha ido creciendo a una tasa de 0,5 por ciento al año. Una situación más que preocupante", dice Gabriela Salazar, investigadora del Inta y jefa del proyecto Intervención Comunitaria en Nutrición y Actividad Física en Párvulos. Y añade: "porque la obesidad debiera ser cero".
El proyecto que lidera Gabriela Salazar ha sido elocuente. Analizando la cantidad de actividad física que realizan los niños de los jardines infantiles de la Junji (Junta Nacional de Jardines Infantiles), de la Fundación Integra y de los estudiantes de nivel transición de las escuelas municipales de Antofagasta, Peñalolén y Temuco - algunas de las comunas con mayor porcentaje de obesidad y sobrepeso en preescolares del país- se diagnosticó que la realidad supera cualquier pronóstico.
Mientras permanecen en el jardín infantil, el 60 por ciento de su tiempo los niños están en actividad mínima, es decir, sentados o acostados. Lo que se considera muchísimo para niños que por su propia naturaleza debieran estar en constante movimiento. Segundo, se llegó a la conclusión de que el tiempo en que están realmente moviéndose (saltando, jugando, corriendo, escalando) es sólo 8 por ciento y que otro 20 por ciento lo ocupan en juegos guiados, como rondas, trencito, etcétera. Por último, se descubrió que las niñas se comportan igual que los niños obesos, teniendo actividad intensa sólo el 3 por ciento del tiempo, lo que en la práctica significa apenas diez minutos en 8 horas (el tiempo de permanencia en el jardín infantil). Y la situación en la casa es la misma.
Esta falta de ejercicio físico - que da cuenta de una sociedad eminentemente sedentaria- junto a la deficiente alimentación de los niños, explican que la obesidad preescolar (e infantil) se esté convirtiendo en una epidemia en Chile.
Así lo confirma María Isabel Hodgson, pediatra y experta en nutrición del departamento de Pediatría de la Universidad Católica, quien enfatiza que este problema en niños de entre tres y cinco años ha ido claramente en aumento en los últimos años, y que no tiene aspecto de que se vaya a frenar: "Hace 10, 15 años no había niños obesos en consulta, mientras que ahora es uno de los motivos más frecuentes", señala.
Malos hábitos
Fernando Cassorla, jefe de Endocrinología Infantil del Instituto de Investigaciones Materno-Infantil de la Universidad de Chile, aporta otro ítem al tema de la obesidad preescolar: dice que esta enfermedad se ve más frecuentemente en los niveles socioeconómicos más bajos, al igual como ocurre en el resto del mundo. Que en este tema no da lo mismo ser un poco más pobre o un poco más rico, por varias razones: "El niño de un nivel más alto tiene más acceso a alimentos de mejor valor nutritivo, pero más caros, como frutas, pescado, etcétera, mientras que el otro come más masas, pan, bebidas de fantasía. Lo otro es que hacen más deporte. Para una señora que viene a nuestro hospital (San Borja) puede ser difícil cambiar el estilo de vida de su hijo, que lo mande a la piscina, que ande en bicicleta: ¿Qué bicicleta? ¿Qué piscina? Yo no puedo comprar más que tallarines, contestan. Los niños son más pasivos, están sentados viendo tele todo el día, no tienen un jardín donde salir a jugar".
Además, como confirma Gabriela Salazar, por un asunto de seguridad juegan menos en las calles que antes y, por lo mismo, son muy pocos los que se van caminando al colegio o a otras actividades.
Por esta razón es que el doctor Cassorla señala que el gran drama de Chile hoy no es la desnutrición, como hace algunos años, sino el sobrepeso, y que "necesitamos canchas de fútbol, piscinas, una alimentación más sana".
Cassorla es enfático: "Las posibilidades de modificar el patrón de crecimiento y desarrollo de un niño son difíciles cuando éste ya adquirió un sobrepeso importante. Es como que uno llegó tarde al partido. Pero, por otro lado, es importante entender que un niño es mucho más moldeable que un adulto. Y cuando logras que cambie su trayectoria de peso, puede mantenerse delgado a futuro y te ahorras muchos problemas de visitas a los médicos el día de mañana".
En este sentido, reconoce que se está tomando conciencia, y que los pediatras están mucho más involucrados para tratar de frenar lo que él llama una "epidemia". Señala que hasta hace algunos años era poco frecuente que un pediatra observara que una guagua estaba ganando mucho peso. Que antes se consideraba casi algo bueno. Pero que en este momento esos médicos están preocupados de formar hábitos, para que la alimentación no sea un picoteo constante. "Porque cuando ya nos vienen a ver a nosotros (endocrinólogos y centros de obesidad) - dice- significa que hay un problema difícil de arreglar. Es un incendio grande. Los endocrinólogos infantiles no somos aficionados a recetar medicamentos para tratar la obesidad infantil, porque no están probados en niños, entonces tenemos muy pocas herramientas. Esto se produce por el estilo de vida y no por una enfermedad orgánica y hay que trabajar con toda la familia para lograr un cambio. Todos se tienen que poner firmes. Aquí no caben las medias tintas".
¿Futuro esplendor?
El endocrinólogo infantil de la Clínica Santa María Hernán García, experto en el tema de la diabetes juvenil, y profesor de la Universidad de Los Andes, afirma que si una guagua (hasta los dos años) es gorda, no significa que vaya a ser un adulto obeso, pero que esta relación sí puede comenzar a partir de los dos años de edad: "Entre los dos y los cinco años sí existe la tendencia, tiene más riesgo de ser gordo de adulto. Es uno de los períodos críticos junto con la pubertad. A esa edad acceden solos al refrigerador, se hacen adictos a comer snacks... Hay niños de esta edad que el vegetal que más comen es la papa frita. No conocen la lechuga, la alcachofa, y se instalan todo el día a ver televisión. No se mueven".
Además, se ha comprobado que aunque los niños coman relativamente bien durante la semana, cuando llega el fin de semana muchos de ellos exceden lo que necesitan entre 25 y 35 por ciento.
"Estamos muy cerca de los niveles de obesidad de Estados Unidos - afirma el doctor Cassorla- . Hemos importado de ese país las cosas buenas y las cosas malas; importamos una alimentación muy calórica que está generando un grupo de niños con un sobrepeso importante y que van a terminar con diabetes, con hipertensión, colesterol alto o problemas cardíacos".
María Isabel Hodgson, de la Universidad Católica, añade: "La obesidad a esta edad no es un detalle. A los niños les significa baja autoestima, les cuesta moverse, pueden presentar alteraciones al colesterol si eso es una tendencia en la familia, pueden desarrollar una resistencia a la insulina precozmente, a los ocho o diez años, o sufrir problemas ortopédicos; es más frecuente que tengan pie plano o genuvalgo, que es cuando tienen las rodillas juntas y los pies separados y les es más difícil alcanzar el eje porque están soportando mucho peso".
"Por eso, no da lo mismo ser obeso", confirma el doctor García. "La diabetes tipo II, por ejemplo, relacionada con la obesidad, antes no se veía en los adolescentes, y hoy está siendo cada día más frecuente", dice.
Por estas razones, el objetivo del programa de Nutrición y Actividad Física que lidera Gabriela Salazar, del Inta, es que el aumento de la cantidad de ejercicio físico en los jardines infantiles se consolide como política pública para que se implemente en toda la educación parvularia. Este proyecto consiste en aumentar el tiempo de juego de los niños porque, según su experiencia, intervenir en la edad temprana tiene resultados más que positivos (tanto en el jardín infantil como en la casa). Según explica Salazar, cuando a los niños más sedentarios se les indujo a hacer más ejercicio, a jugar más activamente, disminuyeron su porcentaje de grasa hasta en un cuatro por ciento, lo que se considera muy relevante: "Hemos tenido resultados espectaculares".
Pero, de todas maneras, el cambio también tiene que venir de la casa: "Yo les digo a las mamás que privilegien que los niños jueguen y moderen la cantidad de grasa y azúcar que les dan, porque las preferencias alimentarias se fijan antes de los seis años. Esto no quiere decir que después no se las puedas cambiar, pero sí que al niño le va a gustar más azucarado y más grasoso", concluye Salazar.
Cirugía para niños
La cirugía bariátrica, que reduce el tamaño del estómago en 90 por ciento, está siendo cada día más frecuente entre los niños en Estados Unidos. Según reporta el periódico The Wall Street Journal Americas, en los últimos dos años cerca de 150 menores de ese país se han sometido a este procedimiento. Las cifras son aún más dramáticas que en Chile: se calcula que el 25 por ciento de los niños norteamericanos tiene sobrepeso u obesidad, por lo que se estima que unos 250 mil niños son candidatos a someterse a la cirugía bariátrica.
Diario El Mercurio. Revista Ya // Ximena Urrejola B.
Martes 13 de Enero de 2004