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El principal problema de la cirugía bariátrica es de concepto




En esencia, la cirugía bariátrica consiste en una intervención para reducir el estómago. Sin entrar en las diversas técnicas, hay que decir que es una operación compleja y arriesgada. Su riesgo vital ronda el 2%, requiere un ingreso prolongado, tanto antes como después del quirófano, un tratamiento complejo preoperatorio y un seguimiento prolongado posterior.

Un malentendido muy común es considerar esta operación dentro del campo de la cirugía estética. Así, cuando por desgracia una de estas intervenciones acaba con el fallecimiento del paciente, el tema salta a los medios de comunicación y se produce un cierto escándalo.

Sin desechar la posibilidad de un error médico, que se puede dar exactamente igual que en cualquier otro tipo de operación, este escándalo no tendría razón de ser si se consideraran las cosas en su justa medida. Lo primero que hay que tener en cuenta es el enorme problema de salud (de salud, no de estética) que supone la obesidad mórbida para quien la padece. Hablamos de un índice de masa corporal por encima de 50, lo que equivaldría a pesar más de 162 kilos para una altura de 1,80.

Para que la operación esté indicada, esta obesidad desmedida, además, no ha debido responder a dietas ni medicación. Y con frecuencia se acompaña de complicaciones de salud muy serias, como enfermedad coronaria, diabetes tipo 2, hipertensión, problemas respiratorios, trastornos osteoarticulares y apnea del sueño, entre otros.

Con este panorama, la esperanza y la calidad de vida del paciente se ven reducidas de forma drástica. Y esta reducción hace que los riesgos de la intervención sean perfectamente entendibles como un mal menor. Antonio Torres, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, jefe del Servicio de Cirugía del Hospital Clínico San Carlos y presidente de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad, afirma que es un riesgo que hay que asumir, como en el caso de un transplante.

En ambas situaciones, en efecto, es casi una cuestión de vida o muerte, y las estadísticas lo confirman: la supervivencia de las personas con obesidad mórbida que se operan supera, y con mucho, la de las que no lo hacen. Concretamente, en torno a 12 años. Además, recurrir a clínicas bien equipadas y a cirujanos con experiencia, además de técnicas laparoscópicas cuando sea posible, son medidas que reducen el riesgo en gran medida.



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Lunes 18 de Agosto de 2008