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Obesos venden hasta sus autos para ir a "La ciudad de la dieta"

Visitar la ciudad de Durham, en Estados Unidos, y no ver a un gordo en la calle es como un Chiloé sin palafitos, pues entre 4 mil y 8 mil turistas XL se dan cita en esas tierras cada año. Y no porque su comida típica sea irresistible o allí prime la estética Botero, todo lo contrario, ya que se ha transformado en el lugar de moda si lo que se quiere es bajar de peso.

Definida como una "Lourdes para los obesos", esta localidad, ubicada en Carolina del Norte, ha visto florecer en el último tiempo las lujosas clínicas residenciales que buscan devolver la figura a la gente por medio de dietas, ejercicios y, sobre todo, cambio de mentalidad.

Una de ellas es "Structure House", un elegante hotel dotado de una enorme piscina, gimnasio y música funcional que inunda el ambiente. Ideal para ir a tomar sol y beber un trago, pero la realidad es distinta: sus huéspedes sudan a diario la gota gorda para tratar de eliminar esos kilos de más.

Es que tienen que aprovechar la estada en el lugar, pues la institución cobra miles de dólares por una permanencia de cuatro semanas. Y qué decir de la clínica vecina "Duke Diet and Fitness Center", que pide hasta siete mil dólares por día, relata el diario argentino "Clarín".

"Durham se convirtió en una meca para los que quieren adelgazar. No existe otra cosa igual. Todos los caminos conducen a Durham", dice inflando el pecho el doctor Gerard Mutante, fundador de "Structure House".

Camino, que aunque se desee con el alma, es difícil seguir para los gordos que no tienen dinero, muchos de los cuales piden créditos e incluso venden sus autos para viajar a Durham y cumplir el sueño de adelgazar. Muchos lo ven como la última oportunidad.

Es el caso de Susan Blech, de 39 años, quien aburrida de intentar de todo, decidió invertir sus ahorros y viajar a la famosa ciudad de la dieta en el 2003. Y no se arrepiente, pues a punta de comida restringida y rutina de ejercicios que partían a las siete de la mañana, logró perder cerca de 100 kilos.

El mismo paso dio Teresa Khirallah, una maestra de 31 años, oriunda de Texas, pues la ropa de tiendas especiales ya no le entraba y su médico le había advertido que corría peligro de muerte por su obesidad. Pidió un préstamo y luego de meses de esfuerzo, hoy es una mujer nueva que, incluso, practica atletismo.

Así de milagrosa es Durham, una ciudad que luego de la caída de la industria del tabaco, levantó su economía gracias a los obesos. Y sí que le dio el palo al gato.

Diario Las Ultimas Noticias


Jueves 11 de agosto de 2005