Ni pastillas, ni
masajes reductivos, ni dietas de la luna. En
Gran Bretaña, los niños
obesos se van de vacaciones cuando quieren bajar
de peso.
No todos, claro, sino los que pueden
pagar las altas sumas que se necesitan para ser
parte de un campamento para gordos.
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Desde 1999, el internado
británico de Woodhouse
Grove School acoge a chicos rebosantes de kilos que
quieren dejar atrás el sobrepeso. Paul Gately,
el fundador de las colonias para gordos británicos
-que tiene el auspicio de la Fundación Carnegie-,
cuenta que aquí el ejercicio físico es
obligatorio.
Los chicos que se inscriben
-dos semanas es lo mínimo,
con un costo de 1.600 dólares- deben jugar básquetbol,
rugby, fútbol y practicar escalada y natación.
Y en cuanto a la comida la idea es que aprendan a alimentarse
bien, pero sin tratamientos de shock. “De vez
en cuando incluso comen pizza o papas fritas”,
explica Kay Mackreth, quien trabaja junto a Gately.
Es más, el método educativo del campamento
incluye una visita a McDonald’s, donde se enseña
a elegir el menú más sano que hay a disposición
del público. Y según la gente del internado,
las vacaciones guiadas surten efecto. En una semana,
un niño de Woodhouse Grove pierde entre 0,9
y 1,8 kilos y, dicen, ya no vuelve a subir.
Diario
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Miércoles 15 de junio de 2005
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