Médicos
advierten que el número de casos es mayor
que antes y afecta, generalmente, a aquellos
jóvenes que son "los gorditos del
curso" hasta que deciden dejar de comer.
Hasta
hace unos años, la anorexia era un problema
que aquejaba principalmente a las mujeres y cuya
causa se atribuía a los cada vez más
ecuálidos estándares de belleza
femeninos.
Hoy
la realidad es otra. "Se podría decir,
incluso, que los casos de anorexia masculina
están llegando a la mitad del total",
asegura la siquiatra y experta en el tema Lilian
Urrutia.
Su
estimación es que por cada hombre que
llegaba a su consulta hace dos años, hoy
vienen tres. "No hay registros claros, pero
el aumento es evidente", agrega la especialista.
¿Qué los ha hecho más
vulnerables a esta enfermedad?
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Diego
Zemerman (16) no hubiera salido de
su enfermedad sin el apoyo de su
madre, Soledad. "Peleábamos
harto; ella quería que yo
comiera,
y yo sólo evitaba ingerir cualquier alimento que me hiciera engordar".
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Según
la siquiatra, uno de los factores fundamentales es
la mayor preocupación que los hombres tienen
por la estética "y el cada vez más
deseado prototipo de alto, delgado, musculoso y bronceado
al que los jóvenes de hoy aspiran".
Diego
Zemerman (16), quien está superando una anorexia
que lo afectó durante más de tres años,
concuerda. "Ahora importa más que antes
verse bien, y te hace sentir importante dentro de
tu grupo de amigos".
Para
Lilian Urrutia los cambios estructurales de la alimentación
de los adolescentes también han influido en
la mayor incidencia de trastornos alimentarios a
nivel general. "Los niños pasan muchas
horas en el colegio y almuerzan allá, por
lo que es más difícil controlar qué comen".
Iguales,
pero distintos
La
forma como se desarrolla la enfermedad y el tratamiento
que se utiliza para recuperar a los pacientes es
el mismo para ambos sexos.
"Ellos
también comienzan con un repentino interés
en las dietas, las calorías y los ejercicios,
lo que puede hacer más fácil detectar
una posible anorexia en un joven adolescente que
en una mujer", expresa el siquiatra Rodrigo
de la Fabián, del Instituto Neurosiquiátrico.
Así,
al menos, le ocurrió a Soledad de la Cerda,
mamá de Diego. Hace ya cuatro años
su hijo presentó una repentina baja de peso
que se mantuvo constante a medida que pasaba el tiempo.
Bajó 20 kilos en cuatro meses, lo que encendió sus
sospechas de que algo extraño estaba pasando.
Sus
dudas se confirmaron de golpe. Entró a la
pieza de su hijo y lo encontró botando la
comida al basurero. "Asumí inmediatamente
que Dieguito tenía anorexia y me propuse recuperarlo
aunque eso me convirtiera en su peor enemiga",
recuerda.
Al
igual que Diego, la mayoría de los hombres
que padecen anorexia tiene un historial de sobrepeso. "Son
niños que han recibido algunas burlas o se
han sentido rechazados por su gordura", explica
De la Fabián.
Ése
es un factor diferenciador respecto de las mujeres,
las que no necesariamente tienen que presentar sobrepeso
para dejar de comer.
Ser
aceptado
Otra
diferencia es que la mayoría de los jóvenes
no intenta ocultar su delgadez, sino que se muestra
orgulloso de ella. "Todo gira en torno a la
flacura, y cuando la logras es como un trofeo que
quieres mostrar", cuenta Germán, quien
prefiere guardar el anonimato.
Diego
está de acuerdo y agrega que en su caso y
en el de otros jóvenes como él, no
se ha producido esa distorsión del cuerpo
y esa negación a aceptar que se está enfermo,
que sí se da con frecuencia en los trastornos
femeninos.
"Yo
estaba consciente de mi delgadez y de que tenía
una enfermedad. De hecho, una de las cosas que me
decidieron a iniciar mi recuperación fue que
un día me vi en extremo flaco y me asusté",
dice Diego.
Los
hombres suelen desarrollar este trastorno a una edad
mayor que las mujeres, alrededor de los 15 años.
"Generalmente,
comienza en la adolescencia, cuando creen que siendo
gorditos van a tener poca aceptación social
y escaso éxito con las mujeres. Empiezan a
bajar de peso y les comienza a ir mejor en su grupo
de amigos y con las niñitas, lo que es un
enorme aliciente para seguir bajando", sostiene
la siquiatra Lilian Urrutia.
Los
casos de Germán y Diego son una prueba de
eso. Ambos coinciden en que ser flacos les hizo ser "más
cancheros" con el sexo opuesto y más
seguros frente a sus pares.
Quizá por
esta razón, los casos masculinos se suelen
dar con mayor frecuencia en niños de colegios
mixtos a diferencia de las niñitas, que suelen
provenir de colegios de mujeres, explica la especialista. "Puede
ser que al estar más expuestos a la mirada
femenina los haga caer en este tipo de conductas".
Signos
de alerta
Las
conductas que caracterizan el desarrollo de la anorexia
son las mismas tanto para hombres como para mujeres.
Uno
de los primeros cambios que se pueden observar es
un repentino interés en las dietas, los ejercicios
y el conteo de calorías. Como este tipo de
preocupación es menos frecuente en la población
masculina, puede ser un indicador más claro
de que algo extraño está ocurriendo.
"Adquieren
un conocimiento completo acerca de cuáles
son los alimentos con menos calorías y cuáles
son los ejercicios que más energía
consumen y son, por lo tanto, más efectivos
para adelgazar", comenta el siquiatra Rodrigo
de la Fabián.
Lo
segundo, según el orden lógico, sería
una baja repentina y sostenida de peso. "Comienza
a retraerse, pierde a sus amistades de siempre y
disminuye su rendimiento escolar", agrega.
Otros
síntomas, como jugar con la comida en el plato
y negarse a comer, también son propios de
la enfermedad, independiente del sexo del paciente.
"Es
común que un niño gordito baje de peso
y note inmediatamente una mayor llegada con el sexo
opuesto y aceptación social, lo que es un
enorme aliciente para seguir adelgazando aún
más".
LILIAN
URRUTIA, Siquiatra.
Diario
El Mercurio // Valeria Muñoz Pattillo
Martes
6 de abril de 2004
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