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Fabricantes
de urnas tienen la "Bombo" y la
"Jumbo" para tallas especiales |
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Obesos
provocan invasión de ataúdes gigantes
en cementerios
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En
30 servicios mensuales salen hasta cinco cajones para
muertos de casi 200 kilos
A personas más obesas, ataúdes más
grandes, así lo publicó el diario esta-dounidense
"New York Times", afirmando que el número
histórico de estadounidenses obesos -un 20% de
la población de EE.UU. en comparación
a un 12,5% en 1991-
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ha
obligado a que los fabricantes de ataúdes ajusten las
medidas.
Y
en Chile pasa lo mismo. Los servicios fúnebres y los
campos santos saben que el número de personas obesas
va en aumento.
Homero
Vázquez, quien lleva 20 años fabricando féretros,
ha acusado recibo del incremento de las tallas. "Hace
cinco años una persona pesaba un promedio de entre
65 y 80 kilos. Ahora es normal encontrarse personas de 120,
140, 150 y hasta 170 kilos", asegura y cuenta que la
salida de ataúdes bombos -especiales para personas
obesas- ha aumentado cerca de un 10 % en los últimos
cinco años.
Pero
Vázquez es un hombre prevenido, que ha tomado medidas.
"He hecho varias del tipo bombo. Antes se llegaba a tener
guardada una de éstas hasta por cuatro meses sin venderse.
Ahora en un promedio de 30 servicios mensuales salen hasta
cinco. Incluso hicimos la Jumbo que es para personas muy,
muy gordas", relata.
Su
colega Diego Carvallo, agrega que la medida de un bombo aumenta
de quince hasta 50 centímetros. "A veces ni siquiera
caben en los nichos ni en las carrozas. Son personas que no
entran ni en los refrigeradores de la morgue del Instituto
Médico Legal", confidencia.
Según
Alejandro Carrasco, uno de los dueños de la funeraria
Hermanos Carrasco, la salida de urnas XL ha aumentado en 20
% en el último tiempo.
-
¿O sea que es efectivo que los chilenos están
más gordos?
-Sí,
y más altos también. Hoy es normal que las urnas
midan de un metro ochenta a dos metros de largo.
Suena
insólito, pero no tiene nada de gracioso que por los
kilos de sobra, los obesos corran el peligro de quedar sin
sepultura. Homero Vázquez reconoce que no estamos preparados
para enfrentar esta realidad. "Es todo un drama para
el doliente porque a veces no hay dónde sepultar a
su finado", asegura.
Alejandro
Carrasco piensa parecido. "Creo que los cementerios no
están prevenidos porque si no avisamos que llevamos
una "especial", llega la urna y simplemente no se
puede sepultar, cuenta.
Claro
que así como en vida, las dietas y el ejercicio prometen
flacura, para la muerte también hay adelgazantes. "Ahora
hay técnicas para disminuir la contextura del cuerpo
como por ejemplo extraer líquido", dice Manuel
Pavez, presidente de la Asociación de Funerarias.
Por
su parte, los cementerios se defienden y aseguran que se están
adaptando ante el aumento de la obesidad y la altura de las
personas. "Todas las construcciones nuevas, consideran
los nuevos tamaños de los ataúdes. Lo que pasa
es que antiguamente los cajones se hacían a la medida
de las personas y ahora se hacen tamaño estándar",
asegura José Miguel Errázuriz, encargado de
gestión comercial del Cementerio General de Santiago.
Daniela
Mesina. Diario
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Viernes 7 de noviembre de 2003
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