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NOTICIOSA |
Ojo
con las palabras "parcialmente hidrogenado":
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La
grasa "secreta"
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Reciente
informe del Harvard School of Public Health sugiere
que los aceites vegetales parcialmente hidrogenados,
como algunas margarinas, podrían ser tan dañinos
para el corazón como las grasas saturadas (mantequilla).
La culpa la tienen las "grasas trans".
Un
pan con mantequilla es un placer culpable. Delicioso,
pero con un solo defecto: engorda.
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Desde
que la palabra colesterol tomó ribetes de escándalo
en los sesenta, muchos estadounidenses cedieron su paladar
a un sucedáneo no tan sabroso, pero que lleva la leyenda
"0% colesterol": la margarina.
La
industria alimentaria encontró en ella al suplente
perfecto: es más barata y además tiene la gracia
de que demora mucho más en volverse rancia.
Treinta
años después de consumirla a diario, confiando
en sus virtudes, los estadounidenses se llevaron una sorpresa:
la margarina no es más sana ni mejor que la mantequilla,
incluso podría ser peor, según un reciente informe
del Harvard School of Public Health.
La
culpa la tienen las "grasas trans".
¿Trans?
Las
grasas trans son sustancias dañinas para la salud que
se liberan cuando un lípido en estado líquido,
por ejemplo un aceite vegetal de maravilla o soya, se somete
a un proceso llamado hidrogenación para solidificarlo.
Así
el aceite se transforma en un "pan" de margarina
que los consumidores pueden untar en una tostada.
Según
informa la Food and Drug Administration (FDA), las "trans"
se encuentran en la mayoría (pero no todas) las margarinas,
panes, cereales y, en general, cualquier alimento que contenga
grasa "parcialmente hidrogenada". En forma natural,
también están, pero en bajas dosis, en productos
de origen animal.
Sus
silenciados efectos
Durante
unos 15 años, las grasas trans fueron el secreto mejor
guardado de la industria alimentaria gringa.
Las
ventajas que los aceites hidrogenados reportaban en términos
comerciales taparon la vista de los industriales. Pasaron
por alto la formación de "trans", en los
procesos productivos de varios alimentos, pese a que en círculos
científicos se sabía de sus efectos nocivos,
informa la FDA. Las personas debieran restringir su consumo
porque elevan los niveles del LDL o "colesterol malo"
y reducen los niveles HDL, "colesterol bueno" y
no otorgan ningún valor nutricional.
Pero
no fue hasta 1993 que el tema se hizo público, cuando
el Center for Science in the Public Interest (CSPI), una organización
civil, presentó a la FDA un preocupante estudio que
revelaba la alta ingesta diaria de estos lípidos en
EE.UU., que se estima en 5,8 gramos.
A
la institución civil le inquietaba que alimentos procesados,
además de contener grasas saturadas, escondían
la misma cantidad de "trans". Todo esto sin que
el consumidor lo supiera.
El
CSPI solicitó que se incluyera el contenido de "trans"
en la "información nutricional" de los alimentos.
El FDA, lisa y llanamente, se negó.
Un
año más tarde el CSPI evidencia de que muchos
productos promovidos como sanos por no tener colesterol ni
grasas saturadas tenían grasas trans. Es decir, no
eran saludables ni menos prevenían enfermedades coronarias.
La
noticia apuntó las miradas de los consumidores estadounidenses
hacia el FDA, cuyo rol, precisamente, es chequear la inocuidad
de los alimentos y drogas que se consumen en ese país.
El silencio de la institución en el tema y su demora
en tomar medidas le significó una lluvia de críticas.
Recién
en junio de este año, la FDA decidió rotular
la cantidad de grasas trans que contienen los alimentos.
Claro
que será obligatoria a partir de enero de 2006. Demasiado
tarde en un país donde la obesidad y las enfermedades
cardiovasculares son temas de salud pública.
La
misma FDA informó que después de tres años
de implementada la medida, es decir, en 2009, "se prevendrá
la ocurrencia de 600 a 1.200 infartos anuales y se salvarán
250 a 500 vidas, lo que generará ahorros por US$900
millones a US$1.800 millones anuales por concepto de gastos
médicos, productividad perdida, y sufrimiento".
¿Por
qué la demora?
El
horizonte de 2006 generó versiones encontradas entre
los estadounidenses. La FDA lo consideró un plazo razonable
para que la industria hiciera los estudios que determinen
la cantidad de grasas trans de los productos. Esto podría
significarles de-sembolsos de entre US$140 millones y US$250
millones.
Los
grupos civiles, por su parte, señalan la demora como
el resultado del intenso lobby de la industria.
También
jugó a favor de las "trans" el hábito
y dependencia del consumidor estadounidense hacia los alimentos
procesados, lo que dificulta su restricción.
Además,
la FDA teme que por evitar el consumo de "trans",
las personas dejen de recibir nutrientes esenciales creándose
nuevos problemas de salud.
Así
las cosas, sólo el 2006 y en EE.UU., el consumidor
podría saber si lo que ingiere tiene "trans"
o no.
Mientras
tanto, ¿cómo evitarlas? Fácil. No comiendo
alimentos que contengan grasas "parcialmente hidrogenadas".
Ese dato sí aparece en la etiqueta.
La
industria se adelanta
Ante
la alarma que está provocando el tema, parte de la
industria alimentaria ya está rotulando las grasas
trans. Hay compañías que incluso las han eliminado
de sus insumos. Es el caso de Frito Lay, que cambió
los aceites en que se preparaban sus productos (papas fritas,
doritos, etc) por unos que no contienen "trans".
Asimismo
algunos productores de margarina las están produciendo
con el proceso de hidrogenación completo, más
blandas y mezcladas con leche con el fin de disminuir la cantidad
de grasas trans.
EN INTERNET
www.bantransfats.com
www.cfsan.fda.gov/3/8dms/qatrans2.html
www.cspinet.orgo
Diario El Mercurio. Sabine Drysdale
Lunes 3 de noviembre de 2003
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