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 Yaysy Picrin

La doctora que hace adelgazar a Santiago

Tiene 28 años, es una hermosa mulata cubana y ostenta el título de médico especialista en estética clínica. Está haciendo adelgazar a media capital con dietas bien personalizadas y con Fitoterapia.

 

Yaysy Picrin

"Doctora, igualita a usted quiero quedar yo", le digo a la cubana espectacular que tengo enfrente mío, una mulata que a sus 28 años cuelga en su oficina su flamante título de médico y la correspondiente reválida que le otorgó la Universidad de Chile. Es la doctora top: no hay personaje importante en Santiago que, teniendo unos kilitos de más, no haya querido acudir a su consulta para reducir diámetro.

Pero era noviembre cuando la entrevistamos y no tiene hora sino hasta febrero.

Sonríe con mi comentario. Yo ya sé que todos se lo hacen y no quise romper la tradición. Yaisy Picrin no viste delantal blanco. Lleva puesto un vestidito ligero en color celeste y unas sandalias en el mismo tono. Ni una gota de maquillaje, salvo un poco de brillo en los labios, pero sí hartos anillos y collares. Y se mueve como gacela.

Nos recibe acogedora y nos presenta a un chileno rubio, ingeniero comercial y gerente de su centro médico, quien es su marido desde hace seis meses.

Tiene tres mil pacientes en su archivo y recibe por lo menos a 10 nuevos por día. No son cifras que suelte así como así, porque la autopropaganda no va con ella, pero los números existen y son impresionantes, considerando que lleva sólo un año con su consulta. No todos son obesos, no. Es médico especializada en estética clínica y, en ese sentido, los pacientes recurren a ella cuando una patología les afecta su aspecto físico. Y otros llegan por problemas diversos, lo que la obliga a estar siempre al día, investigando para satisfacer a sus enfermos.

Vino a Chile por primera vez en 1997 y se enamoró del país. Antes, en Cuba, se había ya enamorado de los chilenos, de "lo buenos que son".

Se graduó jovencísima, a los 23 años, y se interesó en un principio en la geriatría. Estando en eso fue que comenzó a preocuparse de la alimentación en esta etapa en la vida. El 98 se vino a Chile y paralelamente hizo su especialidad en Argentina en estética clínica.

Una vez terminados sus deberes, incluidas sus pasantías en varios hospitales capitalinos, se instaló con su consulta para dedicarse a un tema que le llamó la atención de los chilenos: el sobrepeso. Trabaja en su consulta con dos compatriotas suyos y no tiene intención de agrandar su centro porque eso le haría perder algo que los pacientes agradecen: el trato personalizado.
Es difícil creerlo, pero Yaysy tuvo conflictos con su peso hasta los 17 años. Más conocedora, como buena estudiante de medicina, se sometió a un tratamiento sin cirugía, y lo mismo hizo en Chile cuando vio que otra vez estaba ganando peso. Entendió por completo, entonces, que en asuntos de metabolismo lento nunca hay que bajar la guardia.

-Yo fui obesa, así es que comprendo perfectamente al paciente que se sienta frente a mí y me habla de su problema -dice con su acento relajado.

Yaysy hace trabajos de investigación que presenta en congresos afuera, siempre en representación de Cuba, lo que la mantiene con un muy buen apoyo de su propio país. Incluso mantiene relaciones con un centro de ozonoterapia (terapia de oxigenación para aumentar la inmunidad) líder en Cuba.

En Chile está comenzando a estudiar qué nos pasa con los kilos de más, pero aún no tiene situaciones definidas. Hay factores, dice, como el metabolismo lento, la mala alimentación y el elemento sicológico, pero no sabe todavía con certeza cuál lleva la batuta.

-Yo veo esto con un enfoque de medicina preventiva, que es la que practicamos en Cuba. Si frenamos la obesidad, estamos frenando problemas en todos los sistemas del organismo.

Yaysy Picrin

"La palabra clave es compromiso"

Su motivación son los pacientes, afirma. Cada vez que llega de un viaje, ellos le preguntan qué trae de nuevo. Y cuando un tratamiento les ha resultado efectivo para algo, vuelven por más para otra patología. Eso la obliga a no soltar jamás los libros ni los congresos internacionales.

Llegó un momento en que tuvo que parar de dar citas, porque comprobó que la demanda creciente de sus

servicios le impedía dedicarse a los controles de sus pacientes antiguos.

-Es que para mí no son sólo pacientes. Cada cual tiene su nombre. Es mi paciente Juan, es mi paciente María. Cuando veo a una señora de unos 50 años, por ejemplo, pienso que podría ser mi mamá.

No le gusta detallar su tratamiento, porque existe siempre el riesgo de que quien la lea se automedique, pero básicamente consiste en dietas especiales para cada paciente y en recetas magistrales de fitoterapia, es decir, deproductos con extractos de plantas.

-Compromiso es la palabra clave en esto. El paciente se compromete y cuando se va a comer una torta, se acuerda de mí. Me he encontrado con pacientes en algunos eventos y me dicen "doctora, ¿puedo comerme este helado?". Y yo les digo que sí, evidentemente, pero ellos saben qué tienen que hacer después, controlar más la comida siguiente.

Los regímenes los conversa con cada paciente. Y tampoco los obliga a realizar ejercicios, porque cuando éste comienza a bajar, él mismo se alienta con actividad física para mantenerse.

-Tengo dietas de proteínas, por ejemplo, que deben ser estrictamente prescritas por un médico. Y les digo llámame si te pasa algo. Claro, porque se trata en general de pacientes cuya glucosa aún está activa en el cerebro, porque son los que acostumbran a comer dulces y chocolates. Una dieta enproteínas, entonces, les rompe el ciclo.

-¿Opta por un proceso lento o todo lo contrario?

-Yo soy bien brusca para hacer adelgazar, incluso el corazón lo agradece. Pero la gracia es no volver a subir el peso. Por eso, el programa está contemplado para un mínimo de tres meses, con controles que al principio son cada 10 días. Y la mantención dura uno o dos años. Sólo después de unos cinco años uno puede decir tranquilamente "este paciente no volverá a subir". Lógicamente que hay quienes suben nuevamente algunos kilos, pero jamás llegan a pesar más de lo que pesaban cuando estuvieron gordos. Y eso es lo que pasa con las recetas magistrales, tienen un efecto yoyo. Yo trabajo con dosis homeopáticas en mis recetas y sin anorexígenos. Es decir, mi paciente va a sentir hambre cuando llegue la hora del almuerzo, pero va a comer lo justo porque no estará ansioso.

-¿Es malo quitar el hambre?

-Es que el hambre es fisiológica. Si tomas un anorexígeno, no sientes hambre y no comes. En los campos de concentración no comían y eran todos flacos-flacos. Qué hace el organismo: guarda reservas y reservas, y cuando se vuelve a la vida social normal, viene el rebote. La lógica del cuerpo se manifiesta. Yo no acepto el rebote y para eso tiene que haber un equilibrio entre la alimentación y la medicación. Si uno logra que el paciente se case con uno y no abandone el tratamiento antes, todo va bien.

-¿Cuál es el problema del chileno, Yaysy?

-El estrés y la mala alimentación, básicamente. Hay un desequilibrio en el consumo de carbohidratos y proteínas, sobre todo. Hay poca actividad física, así es que los metabolismos funcionan lentamente, por lo tanto hay una acumulación de calorías.

Existe un componente grande de sacrificio en todo esto, señala la doctora Picrin. Porque la mayoría de la gente come más y sube de peso. Eso le ocurre hasta a ella misma.

-No existe la pastilla mágica, pero lo importante es mantener un peso ideal, comiendo un poco de cada cosa, pero nunca de manera excesiva ni repetitiva. Todo lo que se repite abusivamente es malo. Tampoco es bueno llegar y suprimir. Hay gente que elimina las proteínas de su dieta, pero resulta que éstas alimentan a los órganos. El tema etílico es otro. Se puede tomar un trago, pero no abusar. Se sabe que el vino tinto tiene antioxidantes, lo que es bueno, pero yo les digo a mis pacientes: "Beban, pero luego bailen".

-¿Cuántas comidas son necesarias para mantenerse bien?

-Seis. Yo recomiendo desayuno, merienda, almuerzo, merienda, once y cena. Pero hay que comer como rey al desayuno, como príncipe al almuerzo y como mendigo en la cena, porque el metabolismo baja. ¿No ves que a las seis de la tarde todos nos queremos ir a la casa?

-Usted hace terapias también, ¿en qué consisten?


-Son terapias corporales. Algunos son masajes para controlar el estrés, otros son hipólisis, que es una especie de agresión contra las grasas.

-¿Cuánto demora un estómago en reacostumbrarse a una mejor alimentación o a una más moderada?

-En unos seis meses, el organismo logra habituarse bastante bien, porque las células tienen memoria y recordarán los buenos hábitos. Pero hay que cuidarse. Si bajar de peso es lo más fácil. Lo difícil es mantenerse.


Mónica Rojas R. Diario La Tercera // Mujer.