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  De los perniles y papas fritas pasaron a las ensaladas de lechuga

La familia que se corcheteó el estómago

Hace tres años Jorge, el patriarca de la familia Latorre Valenzuela, pesaba 140 kilos. Pero hoy, sus 50 kilos menos son muestra de que la técnica del corcheteo es efectiva, esa cirugía que achica el estómago y lo une al intestino delgado.

Luego lo siguió su esposa Lolita (47). "Es que una gorda casada con un gordo no tiene

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problemas, pero una obesa con un flaco ¡ni a palos!, así que me embarqué en el lío", cuenta, pues de pesar 120 kilos, luce orgullosa sólo 64.

-Es romántico que se haya operado por amor...

-Nooo, mijita, yo lo hice de pretenciosa, mi marido por salud.

Y es que el jefe del hogar tenía serios problemas cardíacos y los doctores no le daban más de dos años de vida. "Operado, rindo mejor en el trabajo, no me canso y la gente me respeta más. Ya no soy un guatón gigante y algunos ni me reconocían en la calle. La vida familiar te cambia mucho también, igual que la parte sexual", comenta Jorge (50) con sonrisa pícara.

-Y a usted Lolita, ¿su esposo le gusta más ahora?

-Yo lo amo, y claro que me gusta más así, porque voy a tener marido por más tiempo.

-¿Les ha cambiado mucho la vida en familia?

-Claro, ahora nos pasamos sacando fotos y gastamos menos plata en comida, porque los gustos cambiaron. Antes íbamos a un restaurante y si pedía pernil al horno con papas fritas, me lo comía todo. Ahora con dos mascadas quedo bien. Es más fácil comprarse ropa también, todo es mejor. Los gordos felices no existen, eso es mentira.

Y con papás delgados, la única hija gorda -de tres hermanas- se tentó también con el famoso corcheteo, pues Francisca, a sus 25 años y luego de un embarazo, pesaba 110 kilos.

"Me subió la autoestima, estoy feliz con mis 70 kilos. Me siento bonita y ahora no sólo me piropean los obreros de la construcción. Además, me compro ropa en cualquier parte. Antes no entraba a las tiendas porque me daba vergüenza pedir una talla 56, al final me compraba ropa para embarazadas o gente obesa", recuerda y cuenta que hasta sus gustos alimenticios han cambiado. "Antes comía puro arroz, papas y tallarines, ahora me encantan las ensaladas", asegura.

-¿Y qué me dices del amor?

-Cuando tenía 15 años sufría porque los niños que me gustaban no me pescaban, y en las fiestas nadie me sacaba a bailar por gorda. Pero ahora voy a discotecas, lo paso bien y, sólo si quiero, bailo sola.


Daniela Mesina. Diario Las Ultimas Noticias

Miércoles 5 de noviembre de 2003